Putoamismo: Sandro Rey

¡Bendiciones y buenas noches!

Para quien no lo conozca a estas alturas de la vida, Sandro Rey es un vidente, uno de los tantos que tienen -o tenían; no veo la tele desde hace unos años- un programa de televisión que empieza por la noche y que termina por la madrugada, en el que el público llama pidiendo consejo y para esclarecer qué le deparará su futuro. Las llamadas tienen, como no puede ser de otro modo, un coste monetario que financia, en parte, el propio programa. Hasta ahí todo normal.

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Putoamismo: El pequeño Nicolás

Siete meses han pasado ya desde que inauguré una «nueva» sección: Putoamismo. Puede explicarse tal retraso si recordamos mi consumada y extrema pereza. Sinceramente, tenía este texto pendiente desde que empecé la sección. Supongo que eso significa, además de que soy un vago y un irresponsable, que no he necesitado explotar esta sección para rellenar miércoles; dicho de otra forma, he tenido temas suficientes durante siete meses como para no repetir sección. Viéndolo desde esta perspectiva me alegro de tardar tanto. En fin, vamos al grano; no pretendo que me quede un texto tan largo como el anterior (1352 palabras, según el contador). Ciertamente, el señor Boyero despierta más emociones en mí que el chico que voy a evaluar. Es importante decir que me baso en lo escrito en la Wikipedia y en cómo viví cada nuevo dato recogido para la posterior evaluación. No me voy a extender demasiado -aunque ya lo estoy haciendo- ni a dar información supuestamente correcta por verdadera, pues la figura de este muchacho está rodeada de misterio.

¿Por qué el joven Francisco Nicolás Gómez Iglesias merece ser examinado atendiendo a los criterios de evaluación putoamísmicos? Pues porque este mozalbete fue durante algún tiempo lo único que me interesaba del mundo exterior. Apenas veía noticias de política hasta que me enteré de la existencia del que apodaron como «El pequeño Nicolás» -simple pero efectivo. Se comentaba que había estado manipulando mediante labia, trajes y coches elegantes a empresas y políticos. Según la Wikipedia fue «acusado de falsedad documental, estafa en grado de tentativa y usurpación de funciones públicas y estado civil, además de ser imputado posteriormente por revelación de secretos, cohecho impropio, malversación de caudales públicos y tráfico de influencias«. No está mal para un joven de veintitantos años. Definido como superdotado y megalómano, ha sobornado -supuestamente, recordemos- a empresas, se metió en medio del olvidado «caso Pujol» e hizo correr el falso rumor de que nuestro maravilloso e imprescindible rey Juan Carlos I Felipe VI visitaría un pueblo. Si bien es digno de admirar que un joven estudiante de Derecho se sirviera del don de la palabra, de las formas adecuadas y seguramente de algún contacto que otro para dejar en ridículo todo el sistema gubernamental, su aparición en programas basura que no voy a citar le hacen perder valiosos puntos.

Si tuviera que determinar el grado de putoamismo de este chico del 1 al 10, sin duda le daría un

4,61

¿Por qué?

  • Se le acusa de soborno, revelación de secretos, tráfico de influencias y mucho más sin ser nadie destacado. El rapaz incluso llegó a decir que colaboró con el CNI y que posee secretos que tambalearían el estado.
  • Utilizó la cabeza y sus mejores herramientas para dejar en ridículo a todo el país.
  • Es posible, sin embargo, que más de un hecho que se le atribuya no sea verdadero.
  • Además, no solo no ha sabido aprovechar su fama para bien (como atacar el sistema estatal) sino que fue aprovechado para aumentar el número de espectadores de programas de telebasura, para conseguir más dinero y fama de forma rápida pero a costa de su dignidad humana.

Si hubiera aparecido como un simple estudiante de Derecho que hubiera hecho burla de todo el país y hubiera aprovechado que era el objetivo del periodismo para destapar el vergonzoso sistema que tenemos o simplemente hubiera desaparecido por donde vino, tendría mejor nota. Lo que le ha hecho bajar puntos ha sido salir en la telebasura. Aún así, un 4,61 no es mala nota; la suficiente como para dedicarle una entrada de esta sección.

Esto es todo por hoy. Recordad: si llegáis a una buena posición mintiendo, no lo echéis todo por la borda. Ante todo, respetaos a vosotros mismos, como diría aquel.

Hasta el miércoles que viene.

 

Putoamismo: Carlos Boyero

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He decidido empezar una sección en este blog -a ver cuánto dura- para darle algo de vidilla, evitar estar hablando siempre de mí mismo y también para no parecer que soy un egocéntrico consumado. Aunque pensándolo bien, esta gente de la que hablaré en este y próximos episodios me gusta por determinados motivos, así que, a pesar de hablar de otra gente, la conexión denota egocentrismo. PERFECTO ESTO NO TIENE SENTIDO PERO SIGO. Lo decidí tras leer algunas críticas de cine -aunque no lo parezca, miro muchas películas; demasiado tiempo libre-, entre las cuales me encontré con verdaderas joyas de un crítico muy particular al que ya le había echado el ojo desde hacía tiempo. ¡Al turrón!

Se supone que el señor Carlos Boyero es un crítico de cine. Antes de entrar en materia, me gustaría exponer una reflexión a la que no he podido hallar aún una respuesta definitiva: si los críticos, en general, tendrían que saber hacer a la perfección aquello que critican. Por ejemplo, los críticos de cine, en un mundo perfecto, tendrían que saber hacer unos peliculones y los periodistas deportivos de fútbol -a los que tanto les encanta criticar- tendrían que hacer auténticos partidazos de muy señor mío. Pero mucho me temo que no es así, y no sé si sería mejor que lo fuera o no.

-¿Por dónde iba? -me pregunto, confuso.

– ¿»Confuso»? ¿No será «confundido»?

– Sal de mi cabeza y dime por dónde iba.

– Te digo por dónde ÍBAMOS y no salgo de tu cabeza.

– Hecho – accedo.

– Se supone que el señor Carlos Boyero es un crítico de cine -me recuerda la voz, como de costumbre-. Sería más fácil leer lo que has escrito para saber por dónde ibas. Ah no, que nunca revisas lo que escribes.

– Ah sí, tienes razón -suspiro y le doy la razón para que se calle- voy a por un vasito de leche y vuelvo, no veas cómo cansa esto de tener un blog.

– ¿De leche? ¿Crees que soy idiota Pepe? Vas a emborracharte otra vez y a seguir escribiendo, con razón te salen después unos artículos de mierda sin sentido y nadie te hace ni puñetero caso -replica con su habitual e innecesaria sinceridad.

– Eh, eh, eh, cada artista necesita su néctar -me defiendo-. El alcohol es mi musa.

– ¿Sólo el alcohol? Sé que eres un drogadicto. Soy tú y tú eres yo, ¿recuerdas?

– Una vez al año no hace daño -le espeto haciendo caso omiso a su pregunta.

– ¿Al año? No me hagas reír.

– Pues una vez por semana no hace nada -hago una pequeña pausa-. Rima un poco -me sorprendo- , eso es porque es verdad. Así que déjame, voy a por un trago y vuelvo.

– Siéntate aquí y termina esta basura, luego emborráchate lo que quieras -accede-; y haz el favor de cambiarte de calzoncillos, he perdido la cuenta de cuánto hace que llevas los mismos. ¡O ponte unos pantalones!

– Eh, un momento -ato cabos-, eres un aprovechado. Te drogas y te emborrachas a mi costa. Formas parte de mí, así que tú también tienes la culpa. Ya sé que no te caigo bien, ni tú a mí, pero si quieres perder el conocimiento ayúdame a terminar esto.

– Hecho, así no tendré que aguantarte. Supongo que no escribirás esta conversación que tienes contigo mismo, ¿no? Aunque estaría bien, para rellenar y tal. Además, esto le daría un toque de personalidad a tu blog y pondrías en bandeja de plata tus problemas diarios a los que vienen a este oscuro lugar.

– Buena idea. Tú eres mi muso -le digo mientras nos abrazamos y nos fundimos en una espiral de amor y odio hasta el corazón de la mismísima creación.

Se supone que el señor Carlos Boyero es un crítico de cine.cinema-1294496_640.png Antes de decir nada sobre él, os expondré una pizca de la grandeza que tiene insertada este hombre en su ADN.

Esto es un fragmento de una entrevista realizada al bueno de Carlos en el 2003, en el que se habla del Festival de cine de Cannes:

-¿Cuantas películas ve durante el festival? ¿se ha dormido en alguna?
-Veo unas 40 películas. Me duermo no en una, sino en la mayoría.

Además de dormirse en los festivales viendo según qué película y de ser extremadamente sincero, suele criticar negativamente películas que han recibido críticas mayoritariamente positivas y suele criticar de forma positiva películas que no le gustan a casi nadie. Por si no fuera poco, suele usar la palabra «pretencioso» tanto como yo uso «efímero».

A El club de la lucha, esa oda al spoiler por excelencia junto con El sexto sentido, le dedicó las siguientes y sabias palabras: «Pretenciosa gilipollez (…) Todo resulta un disparate con pretensiones de gran espectáculo.» Pero no nos detengamos aquí, sigamos con una batería de críticas:

La gran estafa americana: «Qué estafa la gran estafa»

El bueno, el feo y el malo: «Celebérrima estupidez»

El profesional (Léon): «Falsaria gilipollez»

El gran salto: «No es mala, pero tampoco buena»

Eragon: «Me hace gracia las connotaciones sexuales de esa dragona y su jinete que, por cierto tiene un aire de ser muy gay. Ahí hay algo raro.»

Origen: «Una de las películas más estúpidas que he visto en mucho tiempo»

De aquí y de otras muchísimas críticas que circulan por la red -os invito a que echéis un vistazo por ahí- podemos extraer, entre muchísimas otras conclusiones infinitamente más importantes como el planteamiento de todo el sistema laboral, que utiliza palabras poco comunes con la esperanza de que la gente crea que es intelectual y que sabe de cine, sin sospechar que ni él mismo debe saber qué significa. Creo que su sistema de crítica es el siguiente: abre una página al azar de un diccionario, selecciona la palabra más extraña que encuentra y la pone en su crítica, tenga sentido o no.

Por si fuera poco permitir que este ilustre señor critique películas, tiene también una sección en la que la gente puede enviarle preguntas, como estas:

-Hola, Carlos ¿Qué te parece Marion Cotillard?

Lo que a usted. Que agotaría mi reserva seminal.

-Hola Carlos, se acerca la Navidad. ¿Qué nos va a regalar?
Mi ataúd.
-Ya que va usted de graciosillo, cuéntenos un chiste. A ver si tiene gracia…
Solo conozco uno que acaba diciendo: «Váyase usted a tomar por culo».
 No sabría decir qué respuesta me gusta más. Este hombre es una mina.

Si tuviera que determinar el grado de putoamismo de este hombre del 1 al 10, sin duda le daría un

8,75

¿Por qué?

  • Se dedica a criticar películas y series sin tener ni idea, o, por lo menos, sin demostrar que la tiene, sin justificar por qué trabaja de crítico y mucho menos explicar cómo demonios ha llegado a ejercer este empleo.
  • Es un modelo a seguir para gente como yo.
  • Salió en un cortometraje (Tiempos duros en Ríos Rosas) dirigido por un compañero suyo que es crítico de cine junto a otros críticos amigos suyos. Resultado: un 2,7 sobre 10 en FilmAffinity, una conocida web de críticas.
  • Dijo lo siguiente: “Mourinho me recordaba a uno de esos villanos anónimos de serie B” y además le llamó «nazi portugués«, tras lo cual el entrenador le demandó. Adivinad quién ganó. Sí, el que tiene un 8,75 de putoamismo.
  • Usa la palabra pretencioso como si le pagaran por ello y muchas palabrotas.
  • Es brutalmente sincero. ¿O desvergonzado?
  • Tiene un peculiar sentido del humor.
  • Y dos cojones muy grandes.

No le pongo un diez porque la perfección no existe -al menos hasta donde sé- y es un ejemplo de un parásito de la sociedad, gracioso, sí, pero un parásito al fin y al cabo, como yo. En su defensa, eso sí, sabe reconocer también el buen cine, aunque le cueste y sea la excepción. Os dejaré de dar la chapa después de esta pregunta retórica: ¿Qué le diferencia a él de alguien que no sabe de cine? Que él cobra por no tener ni idea y el otro no.

Os dejo un vídeo para que podáis verle en acción:

Y estos enlaces para que podáis comprobar que no me he inventado nada (o casi nada):

http://cultura.elpais.com/cultura/2012/12/13/actualidad/1355400000_1355409725.html

http://deportes.elpais.com/deportes/2015/11/20/actualidad/1448053578_896546.html

FIN